sábado, 14 de enero de 2012

¿Quién eres tú para juzgarme?

¿Habéis entrado alguna vez en un supermercado con una mochila puesta?
Entonces probablemente os hayan dicho que tenéis que dejarla en las taquillas de la entrada. ¿Por qué? Para que no robéis. Porque en los supermercados, por lo visto, la presunción de inocencia no se lleva. Si tienes una mochila, existe la posibilidad de que robes. Eres un ladrón en potencia.
Si las cajeras no se dan cuenta de tu presencia al entrar, la situación mejora considerablemente. Cuando pasas por caja para pagar, te piden amablemente que abras la mochila. Es decir, juegan con la posibilidad de que hayas robado.
Creo sinceramente que no podemos pasearnos por la vida esperando lo peor de la gente. En primer lugar, porque no es razonable. En segundo, porque es contraproducente.

Hobbes dijo que existe una naturaleza humana caracterizada por el instinto de conservación. Como indica el concepto de naturaleza, esta característica es común a todo ser humano por el hecho de serlo. Como consecuencia de este instinto, si los intereses de uno y otro individuo entran en conflicto cada cual se enfrentará al otro por lograr su objetivo de autoconservación. Por ello, los seres humanos viven en guerra a menos que un poder común cree un orden artificial. Comúnmente, se sintetiza la teoría de Hobbes diciendo que el hombre es malo por naturaleza o, con sus propias palabras, "Homo homini lupus est", es decir, el hombre es un lobo para el hombre.

Frente a Hobbes se levantan, no obstante, voces contrarias, representadas por los que, junto a él, son los grandes teóricos del Contrato Social. Para Locke, por ejemplo, no existe una naturaleza humana; el hombre en el estado de naturaleza se verá impulsado a lograr sus objetivos, pero esto no tiene por qué ser una fuente de conflicto entre individuos, aunque puede serlo. Por su parte, Rousseau será más 'idealista' en sus planteamientos. Para él, el hombre sería "bueno" por naturaleza y sería al crecer los grupos sociales cuando su naturaleza se vería transformada.
No tengo claro en qué punto están los debates en torno a la maldad o bondad del ser humano, por lo que no estaré expresando más que una opinión, pero sí tengo bastante claro que hace tiempo que quedó superada la concepción biologicista del ser humano. El hombre es lo que es cuando vive en sociedad (un debate interesante pero que nos desviaría del tema es cómo es el hombre en función del tipo de sociedad en que habita). Esto no quiere decir que no existan unas ciertas determinaciones genéticas, pero estas no son tan decisivas con respecto al comportamiento y acción humana como lo puedan ser la cultura y la educación. Un argumento sencillo a favor de esta hipótesis sería que hay gran diversidad entre los seres humanos, y es difícil encontrar un patrón común para toda la humanidad. Un contraargumento eficaz sería el que, apoyado en estudios, demuestra que personas con identica educación desarrollen personalidades diferentes (aunque es discutible hasta que punto se puede tratar a dos personas exactamente de la misma manera). En definitiva, nada es blanco o negro, y nada puede ser explicado exhaustivamente en términos biológicos o culturales.
Sin embargo, si nos ceñimos a la teoría de que lo cultural tiene un mayor peso que lo biológico y volviendo al tema que nos ocupaba en un principio, ¿qué efectos puede tener la aplicación de la "presunción de culpabilidad"? No pretendo dejar zanjada la cuestión, ni mucho menos. Tan sólo propondré tres alternativas:
- Profecía autocumplida: en este caso, suponer que algo va a ocurrir deriva en que ocurra. Otra forma de decirlo es que, si un individuo define una situación como real, ésta es real en sus consecuencias.
- Profecía suicida: en este otro caso, teorizar a favor de algo supone que el hecho no se de en la realidad.
- Que no tenga repercusión.
- Que, aunque no determine que el robo se produzca, afecte negativamente a la conducta general del individuo, es decir, que el hecho de constatar que los demás le perciben como "malo" cale en él y deteriore su comportamiento.

Puede que el ejemplo del supermercado parezca excesivamente simple y superficial, sin embargo hay que entender que no es más que un ejemplo para tratar un tema más profundo como es la existencia o no de una naturaleza humana y el debate en torno a la bondad y maldad humanas que tanto tiempo ocupa al hombre.